Siempre despotriqué contra los blogs. El perfecto hecho de que alguien diera rienda suelta a su ego me mantuvo alejado de siquiera aprender a hacer páginas web y cualquier tipo de bitácora que dejara registro de mi persona en internet. Pero creo que es el momento. (Además sirve para mover los dedos mientras espero).
El asunto principal que me causa suspicacia de estas cosas es la falta de objetividad. Cualquiera, incluso yo, puede despotricar contra lo que se me cruce y tirarlas con ventilador. Pero no es la idea, ¿cierto?. Feo, incluso.
Tal vez por eso pasó tanto tiempo en decidirme a abrir. Total, se supone que otros están ganando plata, trabajos y, por sobre todo, respeto con ésto.
Pensar que es tan simple tomar una idea de otra persona y copiarla (copiar/pegar) o plagiarla (¡mira lo inteligente que soy!) que tal vez esto se convierta en una pérdida de tiempo, pero por ahora no parece tan malo. Genial no soy, gracioso tampoco (como me dí cuenta en mi práctica) y por ahora es peor que las ideas se queden en mi cabeza y en mi almohada.
No me he dado vuelta la chaqueta. Aún. Todavía creo.