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La vuelta que no deja

A propósito de la entrada en vigencia de Transantiasco y todos lo cambios que traerá, existen algunos puntos que me quedan en el aire.

Cuando Lagos prometió una reforma al sistema del transporte público, los usuarios movieron la cabeza asintiendo, convenciéndose que cualquier cosa que venga sería mejor de lo que hasta ese momento tenían.

De eso, casi 5 años. Lamentablemente, hoy no duele cuando los medios presentan el proceso de adaptación a este nuevo sistema. Lo que duele es imaginarse a esa persona que se levantaba a las seis de la mañana para llegar a la casa de los patrones a las ocho en punto, a la misma que hoy le piden “el esfuerzo” de levantarse antes para tener que tomar 3 micros y hacer el tremendo aro para llegar a ver al mismo jefe, ganar la misma mugre de plata. (Las ganas de cagarse al de abajo).

Tal vez la misma mentalidad del chileno llevó a las autoridades a copiar un modelo de transportes ajeno. Lo que lamento es que se haya licitado el intangible más vapuleado del santiagüino: la calidad de vida. Que haya sido adjudicado al peor postor, porque si antes te demorabas una hora en llegar y ahora te demoras dos o más, ufff… tiempo que podrías gastar en lo que sea, menos en que se te pase la vida en una micro. Aún no conozco a la persona que tome micro por placer y deje el auto en la casa, ¿conoces alguna?

Me gustaría que se supiera quién diseñó esto. La mente siniestra y desconocida. ¿Viajará en micro?, ¿sabrá de transbordos, de andar con la mochila llena o maleta?, ¿se levantará antes de las seis de la mañana para llegar a la pega?, ¿se quedará dormido en la micro o en el metro?

Complicada es la situación. Sin embargo, yo prefiero pensar que las cosas tienen una “buena intención”, pero hay cosas que simplemente me cuesta ver. Por ejemplo, las estaciones internodales del metro o las que se espera que reciban a una gran cantidad de pasajeros. Antes de la implementación del sistema, la estación La Cisterna (recientemente inaugurada) ya era un asco. De antemano se sabía que se implementaría el Transantiago y que se duplicarían los pasajeros, pero ¿qué se hizo? Parece que no mucho, porque salta a la vista que es estrecha e incómoda. Es cosa de darse una vuelta no más. No resiste mayor análisis.

Pero démosle la oportunidad y pongámosle empeño como usuarios. Ojalá funcione y que los escolares y toda la fuerza laboral capitalina que vuelve en marzo no dejen agonizando el sistema, ya que de otra forma la primera lluvia derrumbará todo. No quiero sonar más negativo (aún), pero ¿no es el sector de Gran Avenida con Américo Vespucio (donde está la mencionada estación La Cisterna) uno de los que SIEMPRE se inunda? Es de esperar que alguien haya recordado ese pequeño detalle.

P.d.: Me pregunto si será más fácil hacer colapsar el sistema, porque así parece. Ahora que el metro debe traer “al doble de personas”, si me tiro en kamikaze a la línea del metro en hora punta y suspendo el servicio, ¿dejo la cagá en todo Santiasco, cierto?

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4 Comentarios

    1. me parece excelente que te gusten y que lo demuestres. a mi me parece ke son wenos, pero ya no los estimo tanto como cuando sacaron su primer disco. ese sí ke era weno, eh 😉

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