Resulta prácticamente inútil contar el tiempo dedicado por los medios de comunicación a “noticias” que ocurren en la capital de Chilito y que sólo le afectan a quienes viven -o sobreviven- en el valle de Santiago. Dentro de la misma, las empresas periodísticas discriminan la cobertura de eventos de centros de estudios por sobre actividades culturales en comunas populares, por poner un ejemplo.
Cuesta ver que en nuestro alrededor efectivamente pasan cosas. Me refiero a algo más que lo que se expone como “simples anécdotas” como se podrían considerar asesinatos (parricidios especialmente), accidentes de tránsito, etc. Difícil. Los invito a que cuenten la cantidad de veces que una noticia de región (con la clara excepción de Valparaíso) entra en la pauta de un noticiario capitalino/nacional al mes.
Digo esto porque ya no tengo acceso ni a Red Coquimbo y todo lo que recibo son notas de santiaguinos atrapados como sardinas al subir del metro o al intentar abordar una micro. Tal es el boche y la polvareda levantada por implementar el TranSantiago que ahora el gobierno de la Señora Bachelet es mal evaluado por la ciudadanía de “todo el país”, por los medios internacionales y que incluso supone un punto de inflexión en su mandato al verse en la necesidad de reformar su gabinete por tercera vez en poco más de un año, terminar con la paridad ministerial y blah, blah. Fuerrrte, ah. En el fondo lo que pasó y pasa en Santiago se multiplica en los diarios, en la tele y nos infunde miedo. Pavor a andar apretado, a los manoseos, a que nos boten a la línea del metro o lo que sea. Que nos pase a nosotros, a nuestros hijos o al amigo del amigo. Miedo centralizado.
Intentos por dar más autonomía y descentralizar el poder desde la Región Metropolitana, como la creación de dos nuevas regiones (que apuesto no saben ni cómo se llaman), se reducen sólo a buenas intenciones si desde un punto de vista mediático desde hace ya más de un mes sólo vemos información Transantiaguinezca, trascendente y determinante. Tal es el poder que para un simple chileno, pareciera que el país estuviera inmovilizado, perdido y ahogado en una estación internodal.
Todos los días recibimos noticias ajenas de una ciudad que no nos pertenece, que ya ni siquiera es de los mismos santiaguinos (porque se las vendieron). Todos los días los medios nos hacen ver que si la cosa está mal en Santiago, todo el país debiera preocuparse. ¿Y qué pasa con los medios regionales?
No me quiero ir por las ramas (más todavía), pero ¿no sería mejor darle una cobertura “regional” a hechos “importantes” con periodistas-provincianos (que de esos hay varios) antes de comprarle la noticia a las agencias como la EFE o la UPI? Yo me ofrezco y me comprometo a dejar bien en claro que asuntos como el vilipendiado TranSantiago forman parte de un plan NACIONAL de modernización del transporte público, que también hay un TransValparaíso y un TransConcepción, etc., que su implementación “debería” estar a cargo de los Seremi de Transporte y que los santiaguinos siempre han sido exagerados. O acaso no han visto cómo huyen aterrados al ver que las olas, tal como los problemas, crecen y crecen, una tras otra. Me pregunto si sabrán que es mejor tomar aire y enfrentarlas a que te revienten en la espalda y te hagan mierda.
Cuesta ver que en nuestro alrededor efectivamente pasan cosas. Me refiero a algo más que lo que se expone como “simples anécdotas” como se podrían considerar asesinatos (parricidios especialmente), accidentes de tránsito, etc. Difícil. Los invito a que cuenten la cantidad de veces que una noticia de región (con la clara excepción de Valparaíso) entra en la pauta de un noticiario capitalino/nacional al mes.
Digo esto porque ya no tengo acceso ni a Red Coquimbo y todo lo que recibo son notas de santiaguinos atrapados como sardinas al subir del metro o al intentar abordar una micro. Tal es el boche y la polvareda levantada por implementar el TranSantiago que ahora el gobierno de la Señora Bachelet es mal evaluado por la ciudadanía de “todo el país”, por los medios internacionales y que incluso supone un punto de inflexión en su mandato al verse en la necesidad de reformar su gabinete por tercera vez en poco más de un año, terminar con la paridad ministerial y blah, blah. Fuerrrte, ah. En el fondo lo que pasó y pasa en Santiago se multiplica en los diarios, en la tele y nos infunde miedo. Pavor a andar apretado, a los manoseos, a que nos boten a la línea del metro o lo que sea. Que nos pase a nosotros, a nuestros hijos o al amigo del amigo. Miedo centralizado.
Intentos por dar más autonomía y descentralizar el poder desde la Región Metropolitana, como la creación de dos nuevas regiones (que apuesto no saben ni cómo se llaman), se reducen sólo a buenas intenciones si desde un punto de vista mediático desde hace ya más de un mes sólo vemos información Transantiaguinezca, trascendente y determinante. Tal es el poder que para un simple chileno, pareciera que el país estuviera inmovilizado, perdido y ahogado en una estación internodal.
Todos los días recibimos noticias ajenas de una ciudad que no nos pertenece, que ya ni siquiera es de los mismos santiaguinos (porque se las vendieron). Todos los días los medios nos hacen ver que si la cosa está mal en Santiago, todo el país debiera preocuparse. ¿Y qué pasa con los medios regionales?
No me quiero ir por las ramas (más todavía), pero ¿no sería mejor darle una cobertura “regional” a hechos “importantes” con periodistas-provincianos (que de esos hay varios) antes de comprarle la noticia a las agencias como la EFE o la UPI? Yo me ofrezco y me comprometo a dejar bien en claro que asuntos como el vilipendiado TranSantiago forman parte de un plan NACIONAL de modernización del transporte público, que también hay un TransValparaíso y un TransConcepción, etc., que su implementación “debería” estar a cargo de los Seremi de Transporte y que los santiaguinos siempre han sido exagerados. O acaso no han visto cómo huyen aterrados al ver que las olas, tal como los problemas, crecen y crecen, una tras otra. Me pregunto si sabrán que es mejor tomar aire y enfrentarlas a que te revienten en la espalda y te hagan mierda.
Que triste es, no?
Se los dice un santiaguino…
Y saben que es lo peor? La manera en que se van configurando las mentes del país, adoctrinadas por la televisión, de tal manera que nos hacen creer que “así es y debiera ser la cosa”. Odio esta ciudad maldita y sus noticieros (porque son suyos, y no nacionales). Y el efecto de éstos en los santiaguinos es mucho tanto peor…se crían en una sociedad en donde simplemente no hay conciencia de las demás regiones ( a menos que tengas parientes o amigos), creando una muchedumbre neurótica, paranóica y…sola. Soledad, si…el santiaguino se siente solo. Su mundo es su ciudad. Su ciudad es Chile. Y las regiones, vaya a saber uno si son reales…Los santiaguinos escapan cuando pueden a regiones, a “vacacionar”, “relajarse”, como si el grueso del país fuese su resort, su casita en la playa, su centro vacacional…y lo peor es cuando les toca volver: “Se acabaron las vacaciones, ahora de vuelta a la realidad”… Que pretenden?? Que acaso las regiones son “irreales”?
Da que pensar, no?
Rotten One