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Pongámonos de acuerdo

Estoy de acuerdo con la ley del tabaco. En serio. Es necesario que los que disfrutan quemando la plata y tirando humito, dejándolo todo impregnado con su aroma vean restringidas sus “libertades” en pro de los fumadores pasivos y toda la gente sana. En serio.
Está bien que se meta miedo con los efectos que eso causa en nuestro organismo, que es un desperdicio y que nadie debiera hacerlo. Incluso, me atrevería a decir, que sus impuestos son adecuados y no exagerados. Que si usted o yo deciden estropear su vida, entonces además de los pulmones, nos costará un ojo de la cara. Está bien.
Necesito hacer más deporte. Necesito salir más.
El punto es que individualizar a algo o alguien de nuestras desgracias ha sido siempre algo muy detestable (o despreciable, como guste) en los medios de comunicación. El apuntar con el dedo al cigarrillo parece ser tema favorito de los benditos editores que ven en el tema un interés social. Vende. La gente se interesa en saber, en aprender a temer a los efectos del cigarrilo. Que sus componentes, que sus efectos, que cuánto se demora el organismo en recuperarse de los efectos del último pucho, etc.
Tememos harto parece. Creo que somos varios.
Pero creo que nuevamente estamos meando fuera del tiesto. No conozco a nadie que haya dejado de fumar por la advertencia de Don Miguel en las cajetillas, a nadie que haya dejado de fumar porque suban cien o doscientos pesos los cigarros. NADIE. Sigo viendo colegiales fumando por el centro y sí, con la misma actitud de antes, en los mismos lugares de antes. ¿Te han pedido que salgas a fumar afuera? Jajaja, no me digas que pides permiso pa’ prender un pucho.
Calcula: ¿desde cuándo piensas que el hombre fuma? No es algo que haya sido inventado por los gringos o por el neocapitalismo. (Ellos sólo lo perfeccionaron). El hombre se ha relacionado con el tabaco desde los tiempos de los egipcios, de las pirámides y toda esa onda. Enterraban a los más capitos con hojas y hojas de tabaco ¿y porqué?. Simplemente porque el efecto narcotizante los acercaba a los dioses, a los del día y de la noche. Todo un cuento.
¿Qué pretende la ley entonces? ¿Quitarnos esta tradición ancestral bajo la excusa de que es perjudicial? ¿Es el cigarro el malo o la tabacalera que vende cigarrillos con arsénico para hacernos adictos como ratas? (Ojo a quién le apuntamos) .
¿Sirve entonces la ley? Claro, ha reactivado la economía. Ahora los dueños de lugares de entretención han tenido que gastar plata en remodelar para adecuarse a la ley. Los que antes compraban cigarros en el kiosko de la esquina, ahora tienen que comprar la cajetilla entera y lejitos de un colegio, como si con esto los escolares (o a todos) les costara conseguir cigarros, pitos o lo que sea…
Sirve por sobre todo, creo yo, (y aquí quería llegar) porque nos hace creer que estamos en un buen camino. Que nuestros legisladores hacen una ley siguiendo nuestros intereses como ciudadanos, que una legislación al respecto puede ayudar a nuestra consolidación de nación desarrollada…
Y nos la tragamos de nuevo.
El debate sobre el tema incluyó un concepto que siempre aparece cuando hablamos de grandes temas (como cambios a la Constitución, sistema binominal, pesqueras, industrias grandes, en fin…): el lobby. La gran empresa tabacalera y sus tentáculos de terno y corbata, redactando leyes de todos, imponiéndonos restricciones, como si el trabajo fuera poco. Suena lindo, lindo. Lo mejor es que lo creemos, insisto. Juramos que el Gran Hermano es un reality extrajero y que “1984” de Orwell era (sólo) una novela.
La ley se aprueba y mis estimados colegas (especialmente de televisión), no dudan en reiterar que es una de las más restrictivas de (oh, sorpresa) todo el mundo. ¿Pierde con esto poder la gran industria?, ¿el famoso lobby fue inútil? Da la impresión que sí, ah.
Pero NO. El miércoles 6 de junio de 2007 en El Mercurio, cuerpo C, página 10 Nacional, aparece una extraña nota.

Ley del tabaco:
Piden que retorne
venta de cigarrillos
cerca de los colegios
Flexibilización de la norma fue solicitada por diputados de todas las bancadas.

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Lo que más me sorprendió no fue la excusa que los honorables dieron para solicitar modificar la misma ley que establecieron hace un tiempo no tan lejano, sino el tratamiendo de los medios. No salió en los noticiarios centrales de televisión, y de no ser por el eficiente trabajo de los apóstoles del periodismo del decano, nadie sabe de esto.
Pero calma, cuando decidí contarles esto y buscar la info en internet, oh sorpresa, no aparecía en el sitio de El Mercurio, ni en gugul, ni en ninguna parte…
¿A quién le creo?, ¿por quién votamos?, ¿a quién le trabajamos?, ¿a quién le soltamos las lucas? Propongo que nos pongamos de acuerdo. En serio. Alguien está ganando mucha plata y nadie parece importarle mucho, pero saben, yo ya ESTOY ABURRIDO DE TODA ESTA MIERDA, pongámonos de acuerdo y hagamos algo. En serio… pero siempre, SIEMPRE con un puchito en la mano. ¿Vale?

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1 Comentario

  1. Vos cachay q los primeros viciosos del pucho son los periodistas… asi q si la publicacion de la modificacion sobre el tema del pucho puede responder a q estan chatos de cagarse de frio en la calle pa consumir un cilindro nicotinoso…

    Y hablando de dejar vicios, adivina q!!! voy a dejar de beber!!! puro juguito de uva para mi y uno q otro extracto de cebada derrepente… pero de ahi, na mas! pk la verdad q he bajado de peso, el rollito regalon ha desaparecido un poco.

    Esto de estar enferma y dejar los vicio, me kedo con los fumables pk son menos q los bebestibles o comibles… pero ojo! siempre sere una shopaholic!! ujuy!

    Y posteame chuche!!

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