(Esto va a estar arriba cuando estés en el aire, pero no creo que se encuentren. Hasta que bajes.)
Ella va y me dice que todo esto es culpa mía. Que todos los vacíos repletos con gente muy dificil de identificar, las deudas y el cansancio es mi culpa. Bueno, no de manera textual. Un asunto de mala suerte, supongo. No todos los que nacen en domingo son afortunados. Supongo que hay otra palabra para definir mejor esto. De todas formas, por herencia familiar sabe más que el común de la gente que se deja llevar por cosas más banales que tratados o papers de sicología.
El asunto es el EGO. Esa figura sicológica que representa a la persona, sus intereses, cualidades y que para Freud representó la parcialidad de la conciencia que controla los actos y mantiene en equilibrio los instintos del ello, los ideales del super-yo y la realidad del mundo exterior.
Entonces, cuando esta comunidad de entes se reune en tu nombre y terminas una relación de largo aliento (o intenso aliento, si es que no fue mucho el tiempo en cuestión) lo que resultaría “dañado” no eres tú, tú y tú, sino tu bendito EGO.
A ver, a ver, ¿Cómo fué?
Eso. El bendito ego, dañado, dolido, pisoteado y despechado sería lo que duele. No la ausencia de la otra persona que puso fin a la relación por tal o cual motivo. La justificación da lo mismo, lo que importa es la consecuencia. Duele el que NO quieran estar contigo o que se NIEGUEN a jugársela por tí y hacer lo que sea para salir adelante; que esa personita con los súperpoderes QUE TÚ MISMO LE DISTE, te propine el más letal de los golpes.
Por consecuencia, el irse a pique es un asunto normal, claro. Pero la recuperación sería un proceso de menor duración a un tratamiento convencional bajo esta teoría. Nada de procesos eternos de reparación que te quitan un mínimo 6 meses de tu preciosa vida. Hablamos de un proceso muy a la “Lacuna Inc.”, pero ejecutado desde tu cabeza, mientras tu corazón está en la vulcanización. (A todo esto, Lacuna existió para Joel sólo porque Clementina lo borró, ojo con eso)
Parte de este postulado encuentra un fuerte respaldo del músico y poeta nacional, Mauricio Redolés, quien en su canción “True egoistic love” (1996) reflexiona sobre los elementos que se extrañan del ser querido que nos ha dejado.
True egoistic love
Piensa que cuando me echas de menos
en realidad no me echas de menos
sino que te echas de menos a ti misma conmigo haciéndote compañía.
Porque cuando yo te echo de menos
En realidad me echo de menos a mi mismo a tu lado
True love
Egoistic love
Por eso envejecemos.
Entonces, ¿qué es lo que te duele?, ¿qué es lo que echas de menos?. A mi me duele el tragar. Cual vil serpiente de digestión lenta, atragantada con un bocado demasiado grande para sus fauces.
Amigo, acabo de terminar una excelente novela que podría representar algunas semejanzas con tu actual estilo, esta llena de lugares comunes, sentimientos y reflexiones muy pero muy significativas… el libro en cuestión es de Honoré de Balzac; La Piel se Zapa(1831),,, una pasada ,, Checalo.