Si te mando este mail es pq me dejaste pensando el otro día…
No es mucho lo que yo te puedo ofrecer, pero siento que andamos en las mismas, guardando las proporciones.
Lo mío era lejos más superficial que lo tuyo, en mi caso, la única que se embaló fui yo, y caí… caí redondita.
La cuestión es que siento que estás en esa etapa del síndrome de abstinencia donde si te muestran la droga vas a correr con la lengua afuera y los ojos desorbitados deseando tenerla, tenerla cerca y tomarla toda sin siquiera alcanzar a respirar.
En sentido figurado, claro… estoy segura que una parte de tí quiere hacer eso.
Mi lugar en todo esto… es el de tomarte de la camisa y agarrarte de la cintura, no dejarte ir. No dejar que te acerques, obligarte a la desintoxicación, a sacar todo eso del cuerpo y exudarlo con dolor.
Yo no estoy mejor, pero a mí no me han ofrecido nada.
Tampoco tengo nada mejor para ofrecerte.
De lo que tenía de corazón ya no me queda nada y a lo más, todavía tendré un poco de deseo pero ni siquiera de eso estoy segura.
Lo único que te puedo decir es
que hablándote en mi cabeza, en ese silencio que últimamente lo ocupan puras tonteras y recuerdos abiertos, quisiera estar ahí, al lado tuyo para agarrarte firme si te dan ganas de correr, para abrazarte si te pones agresivo y me quieres pegar,
abrazarte fuerte y esconder mi cara en tu camisita de domingo
y recordarte que por favor… por favor, te mereces algo mejor.
Mejor que ella… mejor que yo.