Estertor

¿Sabes lo que es un estertor? Es una respiración agónica que precede a la muerte. Es un último pataleo antes de cambiarme el nombre y cumplir con tu orden, con la tarea final que me encomendaste y que no quiero cumplir.

Ya partí en todo caso, bien obediente, como siempre. Partí por cerrar el feisbuk y el flickr, el blog de blogspot y seguí con la cuenta de yahoo, la de gmail; te bloqueé del mesenller, del talk, del skype e incluso borré tu celular. A la basura tus cosas, tus fotos, jarros, regalos, adornos para la pieza, el mechón de tus cabellos, tus pases de la micro… Dejé de buscar trabajo por allá, cerca tuyo y me mordí los dedos para no llamarte ni escribirte. Sentía que iba a reventar como una estrella, pero me tiraba agua encendiendo un cigarro. Uno tras otro.

Dejé de pensar en lo que va a pasar, en dos, ahora en uno, en tu bienestar, en el nuestro y en el mío. No seguí nadando, me dejé hundir hasta no recordar cómo sigo respirando. Regué las plantas con mis lágrimas y no creció nada. Me aparté como querías, me rendí como me pediste y dejé que me pasaran por encima. A los sueños, las ilusiones y las esperanzas las dejé en el fondo del mar, oxidándose en Chañaral.

Pero obedecí.

Obedezco.

Aunque me derrita por saber cómo estás y por hacer algo. Lo que sea para recobrar eso que no va a volver y que quedó en la casa de Tarragona cuando el sol empezaba a ganarle la batalla a las heladas.

Te dejé de enviar canciones para condenarte cuando las escuches en la radio, en la calle o en el local; para que puedas enviarselas a quien te plazca, en el momento más inesperado y se sorprendan y se apropien de todo eso que sentí alguna vez. El momento, la música y la letra, el ritmo, la temperatura ambiental y el viento en la cara. (Pensar todas las cosas que te puedes evitar presionando el botón que adelanta la canción, ah).

Dejé de ver tele para que no tengamos nada de qué hablar. Dejé de leer en la pega para que no tengamos de qué conversar, para no seguir dando pena en la pega y ni tú ni ninguna otra mina me vuelva a mirar en menos por tener una pega de mierda en un horario de mierda, de una profesión de mierda sin una proyección de mierda. Dejé también de leer libros, para que no sigas pensando que soy una persona relativamente inteligente que sabe de todo un poquito. Dejé incluso de buscarte en otros brazos o en los ojos de otra persona, porque no me podía encontrar como te encontraste tú, tan rápido, me rendí… dejé que pasaran los días, las semanas, meses, años y la vida entera porque me metí en la cabeza que no era yo el que me quedaba sin tí, sino tú sin mí.

Dejé que el sol brillara por mí, que me aplastara para que pudieses disfrutarlo en paz mientras la Sofía crece y crece. Dejé pensar en los árboles moviéndose y en las nubes de fondo, veloces; en los cinco minutos antes de que comience a llover, en el barro del camino a la casa de la Sonia, en la lluvia que me despertaba de noche cuando agrandabas tus sueños que tomé como míos. En tus logros, como motivo por el cual alegrarme y tomarte más fuerte la mano. En tus pies helados abrigándose con los míos, en todas las veces que cansada te dormías mientras te acariciaba las ideas. En los ricos, los saludos y las despedidas, el correr por el diario los domingos en la mañana, el darle de comer a la EsMoLy y a cada vez que GS abría la puerta y tapaba la tele. En el disco que te regalé para que juntara polvo, ¿cómo se llamaba?, ah, ya me acordé.

without you i’m nothing

Ahora me di cuenta que en realidad esto no es una película, que no saco nada con cambiarme el nombre y dejar de ser Horacio Oliveira por ser Joel Barish (aunque me parezca cada día más), porque en realidad no existe la justicia divina de la que hablaba Julito Martínez, que esto no es el eterno resplandor de una mente sin recuerdos, aunque se parezca, y que por más que me esfuerce y esfuerce, al final no te quedas conmigo. QUE NO VAS A VOLVER, que no puedo dejarte volver. Porque tras tuyo, en tu retirada, te siguen todos los sueños y esperanzas que se me evaporan del pecho sin que pueda hacer nada por que vuelvan. Toda esa fe (nunca pensé que iba a escribir esa palabra) que sembraste, ¿la has visto dónde se fue? Yo no tengo idea y eso es lo que duele, en serio. Porque te puedes ir, Ñaña, de hecho, desapareciste y fuiste valiente y grande como lo esperaba; pero yo, a mi…

Te presento mi estertor, Maga. En letras, tal como lo querías. Para que sólo pueda entrar a tí a través de tus ojos, para que ni siquiera te roce la piel ni el suelo y no cierre la puerta cuando termine de exhalar. Porque podría hacer lo correcto, dar vuelta la página y dejar de pensar tanto. Podría DEJARTE YO, como debí hacerlo para que te doliera a vos. Pero nunca tan weón ni tan macabeo pa’ hacerte caso en todo, hacerles caso en todo a todos los que me dicen que la corte con ésto y bajar los brazos, pasar las llaves, dar todas las contraseñas o crear nuevas cuentas. Hay cosas que puedo hacer, ordenes que puedo cumplir y aguantar weás que no me merezco, pero nunca tan mártir. Porfiado y muy re terco el weón. Acepté y acepto en términos generales, pero hay cosas que no puedo, cosas que no quiero y cosas que no pienso hacer y eso es dejar de amarte  como te amo, como te amé desde ese primer día en que te ví, como amo cuando me dejas y hasta hoy, que amo el veneno terrible de tus mentiras de cabra chica que sigo sintiendo en mis venas…

Ya no te amo, mi amor, y esto, esto es un estertor.