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Desierto

Cuando salí a tomar aire, el horizonte estaba ladeado. Desperté cayendo en círculos en medio del desierto de Atacama, mientras mi compañero de asiento me recordaba que por este mismo lugar donde ahora tenía los labios secos, pasó un ejército de soldados vestidos de rojo y azul que nunca pensaron en atravesar nubes.

La arena me conviritió en ceniza y poco a poco el viento me fue borrando de tu memoria. ¿Te quedaban dudas?. A mi ninguna. Esta es la forma de hacerlo, pensé, la forma efectiva. Como en la presentación de Six Feet Under: la colina de fondo y las dos manos que se separan. Falta que en vez de la música de Thomas Newman, suene Saturnine de The Gathering para que se sepa a despedida, no causada por la muerte; aunque en este caso, sea casi lo mismo.

Todos los pasos. Todos los actos desasociados. Todas los recuerdos al viento, a juntarse como arena bajo el sol. A que ningun rasgo de agua los haga brotar o nacer o reaparecer. Que se sequen, que mis ojos no te hagan ver nada porque simplemente no te puedes imaginar tantas cosas. Cambias imaginación, imaginacción, por humo y cenizas; mientras sigo pensando que el camino a casa está en la dirección opuesta. ¿Era hacia los cerros de acá o hacia los cerros de allá? ¿Habían cerros?.

¿Hacia ese horizonte horizontal o ese vertical? Supongo que me tengo que devolver porque parece que camino en círculos como esos que están arriba de mi cabeza.

¿Tai escuchando voces?, me preguntó ella, hace unos días. No, respondi, mientras pensaba que hace tiempo que tu voz se separó de tu cuerpo y que ahora da lo mismo lo que escriba… tengo demasiada arena pegada a la piel como para pensar que tu recuerdo no es una imagen vacía y plana. Mucho sol, creo. Ya ni siquiera soy capaz de recordar la cara de mis amigos, el calor de tus abrazos o la forma de tu pieza. Se me pierden los colores. Nunca fui bueno para ellos. ¿Eran tus ojos como el sol o esa era la alfombra? ¿Venías de Arequipa o de la Patagonia? ¿Ibas para Río o para Baires?

Da lo mismo, no ibas conmigo. Ni con los audífonos, ni las imágenes digitalizadas. Perdí la forma entre tus manos, fui arena desértica, no volcánica, escurriendo. Me convertí en papeles guardados en una caja dentro de tu closet, en el patio, para no estar tan tan cerca o debajo de la cama, para que no cruja cuando te mueves.

A tropiezos me quedé en la banca, con las sobras, incapaz de mover tus dedos, de que tus ojos se cierren y se largue a llover de nuevo. Dentro de tu cabeza no soy toda esta arena. Dentro de tu cabeza soy agua, todo lo contrario.

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2 Comentarios

  1. ES como el comienzo de algo…realmente llenas el espacio con tu descripción… la historia de alguien que empieza de 0 en el desierto hasta que la arena le habla, y encuentra cosas y en fin… me gusta la idea…

  2. a mí no me gusta la idea…
    son sentidas las palabras y bellamente alineadas…
    pero no me gusta a lo q suena

    o tal vez… por eso mismo encuentro que las palabras están tan bellamente alineado

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